
Un día te dije que el amor... era un pacto entre dos
que no solo eran los mismos gustos, los mismos libros
o tal vez los mismos colores o el mismo cuento.
Que no era mirar unos ojos y hallarlos muy tiernos
o acariciar el cabello y sentirlo sedoso o espeso
que no era solo abrazarse a un cuerpo y sentir el calor
que brota desde muy adentro
que no es compartir las mismas caricias o los mismos recuerdos
sino compartir cada día un nuevo recuerdo aunque estén hechos de desaciertos.
Un día te dije que el amor... era un acto entre dos
que no solo era una piel y unos senos muy bellos
o el sudor de un momento cubriendo nuestro cuerpo
que tampoco son besos que se dan en un momento
cuando arde la piel y se enlazan las manos y el sexo
y luego se guardan como un pasado y grato recuerdo
que no era solo el placer de una noche acariciando la piel
o esperando despierto que el sol alumbre nuestro lecho.
Un día te dije que el amor... era como una hoguera
que a diario se empeña en apagar el viento
y que los besos son el reparo, suspiros que soplan al viento
y que el sudor que perla el cuerpo y nace entre las sábanas
es el trabajo diario por mantener el fuego ardiendo.
Ese día te dije que el amor... era la unión de dos cuerpos
de dos almas distintas, de dos besos muy tiernos
un engranaje muy justo, pero que se ajusta perfecto
que nos permite compartir nuestros gustos aunque...
estos sean distintos.
Que nos permite perdonar una palabra dicha con improperio
que es compartir una cama sin importar el color de las sábanas
y es compartir una copa... sin importar si ella tiene veneno